21 abril 2020

La fe del cristiano de hoy en tiempos de COVID-19



La fe del cristiano de hoy es combatida desde muchos flancos externos; ya no es universalmente aceptada ni reconocida; es entendida como una decisión personal, intransferible, y casi incomprensible para los demás. Esa situación lejos de cambiar se ha agudizado a causa de la crisis humana que se vive hoy, la del COVID-19. Hoy la fe «ya no puede basarse en la seguridad que da lo compartido por los que viven a nuestro alrededor». Nuestro ser cristiano no puede andar otro camino sino aquel en el que se haga el «intento de confrontación clara y decidida del mensaje cristiano con la comprensión de la existencia del hombre de hoy». Y eso incluye dar sentido a la fe en los tiempos del coronavirus.

Podemos tomar tres pautas para emprender este camino: 1) no tener motivo alguno para que se apodere de nosotros la inseguridad; 2) la fe del cristiano tiene que ser místicamente contemplativa; 3) elaborar “de rodillas” una reflexión de nuestra fe (teología) viva que sea reflejo del tiempo actual. Estas tres pautas son el inicio de una autentica fe para el hombre cristiano de hoy.

1) No tener motivo alguno para que se apodere de nosotros la inseguridad: motivos para creer que la fe ya no es suficiente o que ya no alcanza no faltan en nuestro momento actual, en especial hoy con el mortal virus del COVID-19. Pero los cristianos desde un inicio estamos llamados a tener fe y no dejar lugar a la inseguridad, pues el mismo Jesús dijo «…tengan paz en mí. En el mundo tendrán tribulación. Pero ¡ánimo!, yo he vencido al mundo» (Jn 16,33). Son estas palabras las que deben recorrer nuestro ser y llenarnos de confianza en Dios, pues él siempre ha estado, está y estará con nosotros. Sólo es cuestión de atender a su voz con especial atención para poder escucharla.

2) La fe del cristiano tiene que ser místicamente contemplativa: a la confianza en Dios sólo podemos acceder desde la oración, desde ese lugar privilegiado de encuentro con quien da esa confianza. Ese ejemplo también nos lo da Jesús, pues los evangelios lo sitúan, antes de tomar cualquier decisión importante en su vida, en un momento intimo con su Padre (Mt 14,23; 26,36; Mc 1.35; Lc 5,16; 6,12; 11,1). Ya el A. T. nos da cuenta de la sensibilidad de Dios a la oración de los suyos: «Antes de que me llamen, yo responderé, aún estarán hablando, y yo los escucharé» (Is 65,24). Uno de los santos que más ejemplo nos da de esto es el Poverello de Asis, quien «hecho todo él no ya sólo orante, sino oración» (2Cel 95a) insta a sus hermanos a que «por encima de todo deben anhelar tener el espíritu del Señor y su santa operación» (2 R 10,8-9). Francisco de Asís nos recuerda que para ser auténticos cristianos hay que orar para tener el Espíritu del Señor y comportarnos como sus hijos.

3) Elaborar “de rodillas” una reflexión de nuestra fe (teología) viva que sea reflejo del tiempo actual: los dos pasos previos son los que allanan el camino de un hombre creyente que reflexiona su fe no sólo desde la razón, sino desde el Espíritu. La teología no sólo se hace sentado enfrente de un escritorio, sino también, y, sobre todo, “de rodillas”. Es ese el momento privilegiado que tenemos para confrontar la oración con la fe transmitida y la situación actual que vivimos. No hay que olvidar que nuestra fe no es a-histórica, sino todo lo contrario. Es en la historia que Dios se ha dado a conocer a su pueblo.

La fe del cristiano de hoy tiene que andar este camino: poner la confianza total en Dios, propiciar el espacio y tiempo necesario para tener un dialogo con Dios en un ambiente cálido de oración, y dar razón de nuestra fe desde una reflexión pensada, pero también meditada y contemplativa estando de rodillas delante del Misterio. Abrir el corazón a Dios desde estas tres actitudes es como los creyentes daremos testimonio de que la fe en Dios aún existe y tiene mucho que decir al mundo, especialmente al mundo de hoy tan inseguro por su futuro a causa del COVID-19. Pero no tengamos miedo, Él está con nosotros.

Paz y Bien
Fraternalmente
Iván Ruiz Armenta



Las ideas base son tomadas de K. Rahner, «La fe del sacerdote hoy», en SelT 8 (1963)

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