El
6 de enero es para muchos niños una fecha esperada, pues en ella reciben regalos
de parte de los Reyes Magos. Con esta bonita e inocente tradición popular recordamos
que, según san Mateo, unos Magos de oriente fueron a adorar y a reconocer al niño
Jesús como el rey de los judíos llevando regalos (Mt 2,1-12).
Este relato no es sólo el motivo por el que el 6 de enero
se traen regalos a los niños en no pocos lugares del mundo. Es, también, un
pasaje que nos relata en este periodo navideño una de las tres manifestaciones o revelaciones
de Jesús a toda la humanidad hecha a través de estos personajes del Oriente
-habría que agregar las del nacimiento y la del bautismo de Jesús-. Por eso a
esta solemnidad la Iglesia católica la conoce como la fiesta de la Epifanía (Manifestación).
El relato de los Magos de Oriente es significativo para ir
entendiendo cómo de apoco la salvación comienza a “abrirse” o a “ampliarse” con
el nacimiento del Salvador de todo el género humano, Jesucristo. Primero,
tengamos en cuenta que el segundo evangelio en escribirse nos dice que los Magos
«vienen de Oriente», es decir, de un lugar que evoca a los judíos la
patria de la astrología y de otras ciencias extrañas para ellos. En otras
palabras, para ellos son unos paganos que no son acreedores a la salvación de
Dios-Yahvé.
Estos “paganos”
no conocen las Escrituras de Israel, pero sí el lenguaje de las estrellas, en
las que buscan la verdad y, por ellas, se ponen en marcha para descubrirla. Estos
“no acreedores a la salvación” se dejan guiar por el misterio y la necesidad de
“adorar” al rey de los judíos. Los magos de oriente se convierten en los
primeros extranjeros “no acreedores a la salvación” que se acercan a adorar al
Hijo de Dios.
Este
gesto de los Magos de Oriente es lo que les abre las puertas a la salvación,
aun sin ser judíos. En adelante «ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni
libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si
sois de Cristo, ya sois descendencia de Abraham, herederos según la Promesa» de
salvación (Ga 3, 28-29). La búsqueda y experiencia de encuentro con el niño Jesús
que tienen los Magos de oriente habla de la universalidad de la salvación. Así
alcanza su plenitud la promesa de que “todos los pueblos verán la salvación” (Is
40, 3-5; Lc 3, 5). Se trata de la vocación universal a la salvación.
Algunos
exegetas interpretan hoy la leyenda evangélica afirmando que «los magos
representan el camino que siguen quienes escuchan los anhelos más nobles del
corazón humano; la estrella que los guía es la nostalgia de lo divino; el
camino que recorren es el deseo. Para descubrir lo divino en lo humano, para
adorar al niño en vez de buscar su muerte, para reconocer la dignidad del ser
humano en vez de destruirla, hay que recorrer un camino opuesto al que sigue
Herodes».[1]
Podemos
vislumbrar también el significado simbólico de los regalos que le ofrecen. Con
el oro reconocen la dignidad y el valor inestimable del ser humano. El incienso
recoge el deseo de que la vida de ese niño se despliegue y su dignidad se eleve
hasta el cielo: todo ser humano está llamado a participar de la vida misma de
Dios. La mirra es medicina para curar la enfermedad y aliviar el sufrimiento:
el ser humano necesita de cuidados y consuelo, no de violencia y agresión.
En
suma, la solemnidad de la Epifanía del Señor ha de convertirse en una fiesta cargada
de agradecimiento, pues desde entonces nosotros también somos acreedores a la
salvación que nos trae el Hijo de Dios. Tomemos el ejemplo de los Magos de
oriente y busquemos a ese Niño recién nacido para presentarle nuestro corazón
como el mejor regalo que podemos darle y adorémosle en espíritu y en verdad (Jn
4,23).
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Estimado sr Ruiz Armenta Dios Padre le conceda su bendición hoy y siempre a usted y a su familia. Gracias de todo corazón por invitarnos a participar en su blog, e invitarnos a introducirnos en la santa y bendita palabra de Dios Eterno. Amén
ResponderEliminarUn gusto para mí acompañarlos en el camino de la fe. Reciba un fuerte abrazo en la oración.
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