12 marzo 2022

La fe cristiana y sus etapas infantil, adolescente y madura | Iván Ruiz Armenta


Hace poco releía  El laberinto de la soledad, esa célebre obra de Octavio Paz en la que se pregunta desde el inicio por la esencia y las singularidades de “lo mexicano”. Dentro de sus intuiciones, Octavio Paz afirma que nuestra existencia -particular, intransferible y preciosa- se revela en la adolescencia, pues es ahí donde uno comienza a “desarrollar la propia conciencia” y a “sabernos solos”. Los adolescentes, a diferencia de los niños y de los adultos que tienen el juego y el trabajo -respectivamente- para olvidarse de su soledad, se encuentran vacilantes y en suspenso, pues ya han abandonado la infancia -el sólo juego-, pero no han llegado a la adultez -el trabajo-. Ante ellos se muestra un campo abierto de un sinfín de posibilidades. Debido a esto es la adolescencia se presenta como la “edad de la interrogación”.

Lo escrito por Octavio Paz me llevó a reflexionar sobre si en la vida cristiana también podemos hablar de “etapas de vida en la fe” con los parámetros de O. Paz. Es decir, si también hay cristianos con una fe “infantil”, “adolescente” y/o “adulta”. Después de un rato de pensar, mi respuesta fue que sí podíamos hablar de estas etapas de la vida de fe de un cristiano. De ahí que ahora puedo lanzarles una pregunta ¿alguna vez se han preguntado por la etapa de la vida de fe en la que se encuentran? Téngase en cuenta que la “etapa de vida biológica” que hoy se tiene no siempre coincide con la “etapa de vida de fe”. Es decir, no porque biológicamente se esté en la etapa madura de la vida, significa de manera inmediata o proporcional que la etapa de vida de fe sea igualmente “madura”.

Para responder a esta pregunta, pensemos en las tres etapas de vida biológica que O. Paz señala: la infancia, la adolescencia y la madurez. Podemos ir caracterizando cada una de estas etapas biológicas de manera comparada con la vida de fe:

La “fe infantil” es sinónimo de una fe que lo cree absolutamente todo; se trata de una “fe ciega” que cree todo sin cuestionar si eso que está creyendo es digno de ser creído. Claro que todo cristiano comienza con este tipo de fe. Eso no es lo malo. Lo realmente lamentable es que el cristiano siempre se quede con una “fe de catecismo infantil”. Que se limite a aprender -y después olvidar- sólo lo básico de la doctrina cristiana, tal como se aprenden las tablas de multiplicar o los elementos químicos, olvidándose por completo de la dimensión existencial de la fe.

La “fe adulta”, por su parte, es aquella que ya ha alcanzado una madurez no sólo religiosa o cristiana, sino también humana y ética. Es la etapa de vida de fe en la que lo que se cree es porque ya ha sido “comprobado” como digno de ser creído. Sin duda, éste es el tipo de fe que todos los cristianos debemos aspirar a tener. Empero, la fe adulta definitiva sólo será posible cundo estemos delante del Misterio, donde ya no haya lugar para la más mínima duda de su gloria.

No se les olvide la invitación a este encuentro virtual
para fortalecer nuestro espíritu.

 Por último, pero no menos importante, la “fe adolescente” (en la que quiero enfatizar más) es aquella fe que, comparada con la caracterización de la adolescencia que presenta O. Paz,  está en búsqueda de descubrir su propia identidad. Se trata de una fe ávida, inquieta, en búsqueda permanente de la Sabiduría. Este tipo de fe busca siempre asumir el ejemplo del profeta Jeremías cuando éste le dice a Yahvé que cuando veía sus palabras las devoraba, pues para el profeta -joven, por cierto-, eran gozo y alegría de corazón (Cf. Jr 15,16).

Me parece que es deseable que todos tengamos esa “fe adolescente” que siempre busca más de Dios, de su cercanía, de su consuelo y sabiduría. Una fe adolescente que nos haga andar un camino hacia la fe adulta y así salir de la “minoría de edad religiosa” que representa el quedarse sólo con el catecismo de la infancia. Pero la pregunta queda abierta para cada uno de ustedes hermanos(as): ¿En qué etapa de tu vida de fe es en la que te encuentras? ¿En la fe infantil? ¿En la fe adulta? ¿En la fe adolescente?

Fraternalmente
Iván Ruiz Armenta

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