24 diciembre 2023

«ALÉGRATE llena de gracia, el Señor está contigo.» Lucas 1, 26-38 | Por: Daniel de la Divina Misericordia C. P.

 


DOMINGO IV DE ADVIENTO

«ALÉGRATE llena de gracia, el Señor está contigo.»
Lucas 1, 26-38

Con estas alegres palabras saluda el Arcángel Gabriel a la Virgen María, y con ello se inicia un hermoso pasaje dentro de la historia de la humanidad, el Reino de Dios se hace presente en la promesa del nacimiento de un pequeño Rey que unirá en un solo pueblo a todos los hombres de la tierra haciéndolos hijos del mismo Padre. Con estas bellas palabras, clausuramos el Adviento, tiempo que nos ha invitado a velar, a preparar, a testificar, y como ya hacía eco desde el domingo anterior a alegrarnos por la inminente llegada del Hijo de Dios.

Después de lo que hemos meditado la semana pasada, creo que no falta mucho que agregar pues concluimos que solo el Espíritu es capaz de dar la auténtica alegría, aquella que permanece y desborda en alabanzas a Dios por sus obras; hoy solo quiero invitarte a que estas palabras del Arcángel las dirijas no solo a María, sino a tu persona , porque seguramente esta noche tendrás muchas cosas de que alegrarte:

Alégrate, porque nuestro Dios no se ha quedado oculto en los cielos, ni en las nubes de incienso, sino que ha querido revelarte su amor.

Alégrate, porque el Dios omnipotente rasga los cielos y desciende, para estremecer tu corazón colmándolo de su misericordia.

Alégrate, porque viene a instaurar un Reino de justicia, de paz y de amor donde la muerte y el dolor no tendrán palabras alguna.

Alégrate, porque como se nos ha en la primera lectura, su reinado no tendrá fin. (Cfr. Samuel 7, 1-5. 8-12. 14. 16).

Alégrate, porque ha querido revelarnos sus misterios escondidos desde siglos, como nos dice el apóstol en la segunda lectura, no en discursos elevados, sino en la sencillez de sus palabras de Padre. (Cfr. Romanos 16, 25-27).

 Alégrate, porque quiere estar cerca de ti, en su mesa, no compartiendo complicados sacrificios, sino en la sencillez de un poco de pan y de vino.

Alégrate, porque no importa cuan pecador seas, siempre tendrá una bendición para ti.

Alégrate, porque en cada abrazo que recibas esta noche el estará abrazándote con su amor.

Alégrate, porque la cena familiar en torno a Él de esta noche, será un anticipo del banquete eterno que nos ha prometido.

Pero sobre todo alégrate para alegrar a otros y ocupa el lugar del Arcángel en esta historia, y ve, y entra en la casa de alguien y alégralos.

Alegra, con un poco de comida a quien no tendrá que cenar hoy.

Alegra, con un abrazo a quien hoy se siente solo y triste.

Alegra, con una visita a quien se siente abandonado.

Alegra, con el perdón a quien se siente distanciado.

Alegra, con una bendición a quien se siente excluido de la presencia de Dios.

Y entonces podrás sentir, y hacer sentir, la fuerza de esas hermosas palabras del Arcángel:

 Alégrate…el Señor está con nosotros.

El resto de la reflexión depende de ti.

Bendecida noche buena.

Daniel de la Divina Misericordia C.P.

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