09 diciembre 2023

"Enderecen los senderos del Señor." Mc 1,1-8 || Domingo II de Adviento || Por: Daniel de la Divina Misericordia

 

DOMINGO II DE ADVIENTO

«Preparen»
Marcos 1, 1-8.

El domingo pasado iniciábamos el adviento con la invitación a velar, a cumplir la tarea que el dueño de la casa nos ha encomendado, a hacerla con diligencia, porque no sabemos en que momento puede llegar y nos puede encontrar por sorpresa.

Cierto es que lo peor que podría pasar es que nos encuentre dormidos, lo cual implicaría que no estamos haciendo nada por llevar cabo nuestra labor, pero ¿Qué pasaría si no encuentra la labor culminada?

Podríamos pensar que se enojará, que nos castigará o nos echará de su presencia, pero lo cierto es que no, que su actitud será benevolente, porque más allá de esperar que seamos perfectos, que seamos cumplidos, lo que a Él le interesa es nuestro deseo de cambiar, el empeño y esfuerzo que pongamos en poner manos a la obra,

El mensaje de este domingo va en ese sentido; en boca de Juan el Bautista que hace resonar la voz de Isaías la invitación es a preparar. Dispongamos pues nuestro corazón a meditar la Palabra de vida.



1. «Yo envío mi mensajero delante de ti, a preparar tu camino»

La Figura de Juan el Bautista es un tanto intrigante. Por el evangelio de Lucas conocemos algunos datos más precisos sobre él: que pertenecía a una familia sacerdotal, que su nacimiento fue anunciado con una serie de signos asombrosos y que era familiar de Jesús. Por lo que hacen  eco los evangelistas de su predicación sabemos que pertenecía a la corriente profético-apocalíptica de la época, que anunciaba el gran día del juicio invitando a la conversión del corazón expresada por el signo penitencial del bautismo, y que además formó un grupo de discípulos que lo siguieron, algunos de los cuales lo abandonaron para seguir a Jesús cuando este inició su predicación. Sabemos además que su final fue trágico: apresado y decapitado por denunciar los pecados del rey de Judea. 

Pero dentro de todos estos datos hay algo sobresaliente, Juan es el enlace entre la tradición profética del Antiguo y del Nuevo Testamento, pues su modo de vivir y predicar refiere a los grandes profetas del pasado, pero el contenido de su mensaje refiere a la Buena nueva del Reino anunciada por Jesús; es el ultimo profeta del Antiguo Testamento que anuncia la conversión, y es el primer profeta del Nuevo Testamento, al que entre todos los profetas le fue concedido señalar al Hijo de Dios.

En esta línea del profetismo tenemos que identificar la relación que existen entre Jesús y Juan el Bautista. Las líneas que escuchamos en el evangelio son el comienzo del libro, ya desde el encabezado Marcos nos recuerda la finalidad de su evangelio: ayudarnos a reconocer a Jesús como Hijo de Dios; el libro se abre con un hermoso pórtico, citando las palabras del profeta Isaías. Este profeta resuena mucho durante el tiempo de adviento, fue él quien anunció la llegada del Mesías como príncipe de la paz, del retoño de la familia de David que sería el Rey Mesías que salvaría a su pueblo Israel; para quienes asisten a misa de manera cotidiana, o al menos tienen la costumbre de leer las lecturas del día les serán familiares todos estos oráculos que escuchamos durante el adviento.

Inmediatamente después de esta cita de Isaías Marcos presenta a Juan el Bautista, y es curioso como enlaza estos dos fragmentos, con la expresión “en cumplimiento de esto”; con ello Marcos confirma lo que hemos dicho, Juan es profeta como Isaías, es el cumplimiento de los oráculos de Isaías, es el mensajero que Dios ha enviado para preparar el camino del Mesías Hijo de Dios.

2. «Predicando un bautismo de conversión, para el perdón de los pecados»

¿En qué consiste esa preparación que debía realizar Juan? Marcos lo explicita con dos verbos: predicar y bautizar. Juan predica a la manera de los antiguas profetas; a veces corremos el riesgo de pensar que todos ellos: Amós, Oseas, Joel, Jeremías, y los demás, son personajes misteriosos y un tanto siniestros, que anunciaban desgracias y vivían una especie de misticismo mágico, como si fueran un tipo de brujos; incluso ahora, cuando oímos la palabra profecía, de inmediato pensamos en cataclismos, en el futuro trágico, en el final del mundo, en castigo; sin embargo, una lectura atenta del mensaje de todos ellos nos hace darnos cuenta que en realidad es un mensaje muy humano y hasta cierto punto de ternura; para muestra baste el texto que escuchamos en la primera lectura (Isaías 40, 1-5,9-11): «Consuelen, consuelen a mi pueblo, hablen al corazón de Jerusalén, díganle que terminó su servidumbre, que sus pecados han sido perdonados».

En realidad los profetas son personas amantes de su pueblo, hombres y mujeres que saben mirar con atención los acontecimientos de su tiempo e interpretarlos a la luz de la voz del Espíritu, para poder anticiparse a los hechos y advertir a sus hermanos. Amós, por ejemplo, supo interpretar el descontento social de su época causado por la opresión y la desigualdad, anunciando que de no cambiar dichos sistemas acarearía la descomposición del pueblo sucumbiendo ante el poder extranjero; el amor del profeta lo lleva advertir, no a amenazar, no lanza maldiciones sobre ellos sino los invita a la conversión, siempre el mensaje profético culminara con esperanza: aun hay tiempo para arrepentirse y cambiar.

La predicación del Bautista va en este sentido, por ello pide la conversión y bautiza como gesto externo de la misma; es muy consiente de que esa es su labor, sabe que no puede ir más allá, a él solo le corresponde ayudar a preparar el corazón de sus interlocutores para recibir al mesías, es solo la puerta de entrada para pasar de lo antiguo a lo nuevo; el mismo gesto del bautismo es signo de este paso, recuerda al paso del pueblo por el mar rojo, su entrada en las aguas para salir de Egipto e ir al encuentro del Señor, entraron esclavos (aun así los consideraban los egipcios por ello los perseguían) y salieron libres para continuar su camino.

En la vida tenemos mucho de que convertirnos: actitudes, costumbres, pensamientos, relaciones, situaciones que nos esclavizan y nos quitan la gracia, que nos deshumanizan, muchas situaciones de pecado; ¿de cuál de ellas quisieras liberarte? ¿cuál de ellas te impide comenzar a preparar tu corazón para ser mejor?¿que gesto bautismal (de liberación) necesitas realizar para dar el gran paso de pasar de la esclavitud a la libertad? Puede que este adviento necesites un gesto que te ayude a vivir una navidad diferente: si vives esclavo del duelo, quizá sea tiempo de buscar ayuda profesional; si eres esclavo de la culpa, quizá sea momento de una buena confesión que te haga sentir paz; si vives esclavo de la monotonía familiar quizá sea momento de una tarde de convivencia para romper esa dinámica; si vives esclavo del rencor quizá sea momento de buscar a esa persona, tomarse un café y perdonarse. Recuerda que siempre habrá una oportunidad mientras halla vida, que aun puedes cambiarlo.

3. «Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos»

Juan sabe que el solo es la puerta, y que frente a él hay un camino, que sus oyentes pasan por él, pero ¿quien los llevará por el camino?; Juan no conoce a ese hombre, sabe que será también un profeta, aun mayor que él, porque ni siquiera será capaz de desatarle las sandalias, es mayor, porque lo que Juan hace es un paso, es efímero, lo que el profeta que vendrá después hará es permanente, es luminoso como el fuego.

Hay un gesto en la liturgia bautismal cristiana que me gusta mucho y que es muy ilustrativo: después de derramar el agua sobre el bautizado, el sacerdote unge con el Crisma el mismo lugar donde ha caído el agua; la primera ha servido para purificar, el segundo servirá para marcar y perfumar; si viertes un poco de agua sobre una roca esta se evaporará, pero si derramas aceite este se impregnará de tal forma que permanecerá. El mensaje de Juan se perdió con su muerte, el mensaje de Jesús permanece para siempre.

La invitación de Juan es simple: hay que ponernos a la entrada del camino, disponerlo todo para el viaje, no nos podemos quedar solamente con un gesto externo, es necesario preparar el camino para andarlo, disponer el corazón, vaciarlo de lo superfluo para que pueda llenarse de la Buena Nueva. Son dos pasos importantes: Juan nos invita a tener preparada la fogata, para que cuando llegue Jesús él la encienda.

Pero no hay que quedarnos solo en preparar la fogata, es necesario esperar que esta se encenderá; no podemos quedarnos eternamente en el arrepentimiento, es necesario hacerlo algo practico , dar muestras de ello. Pero tampoco hay que correr, hay que ser pacientes y preparar, pues mientras mejor lo hayamos hecho mejores serán los resultados.

Preparar, esa es la invitación de este domingo, como preparamos los regalos y las celebraciones de esta temporada, es necesario preparar nuestro interior, pero no solo para vivir un momento un instante, una navidad más; es preparar el camino para andarlo con Jesús, pues si bien estamos invitados a preparar el viaje hasta el pesebre para adorar en él al Hijo de Dios, el viaje no termina ahí, ese solo es el comienzo, porque para reconocerlo auténticamente tendremos que caminar con Él hasta la cruz, y ese es un largo pero hermoso viaje. Preparar el camino del Señor, Preparar el camino para andarlo con Él.

El resto de la reflexión depende de ti. Bendecido Adviento.

Daniel de la Divina Misericordia C.P.

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