DOMINGO
II DE ADVIENTO
«Preparen»
Marcos 1, 1-8.
El
domingo pasado iniciábamos el adviento con la invitación a velar, a cumplir la
tarea que el dueño de la casa nos ha encomendado, a hacerla con diligencia,
porque no sabemos en que momento puede llegar y nos puede encontrar por
sorpresa.
Cierto
es que lo peor que podría pasar es que nos encuentre dormidos, lo cual
implicaría que no estamos haciendo nada por llevar cabo nuestra labor, pero
¿Qué pasaría si no encuentra la labor culminada?
Podríamos
pensar que se enojará, que nos castigará o nos echará de su presencia, pero lo
cierto es que no, que su actitud será benevolente, porque más allá de esperar
que seamos perfectos, que seamos cumplidos, lo que a Él le interesa es nuestro
deseo de cambiar, el empeño y esfuerzo que pongamos en poner manos a la obra,
El
mensaje de este domingo va en ese sentido; en boca de Juan el Bautista que hace
resonar la voz de Isaías la invitación es a preparar. Dispongamos pues nuestro
corazón a meditar la Palabra de vida.
1. «Yo envío mi mensajero
delante de ti, a preparar tu camino»
La
Figura de Juan el Bautista es un tanto intrigante. Por el evangelio de Lucas
conocemos algunos datos más precisos sobre él: que pertenecía a una familia
sacerdotal, que su nacimiento fue anunciado con una serie de signos asombrosos
y que era familiar de Jesús. Por lo que hacen
eco los evangelistas de su predicación sabemos que pertenecía a la
corriente profético-apocalíptica de la época, que anunciaba el gran día del
juicio invitando a la conversión del corazón expresada por el signo penitencial
del bautismo, y que además formó un grupo de discípulos que lo siguieron,
algunos de los cuales lo abandonaron para seguir a Jesús cuando este inició su
predicación. Sabemos además que su final fue trágico: apresado y decapitado por
denunciar los pecados del rey de Judea.
Pero
dentro de todos estos datos hay algo sobresaliente, Juan es el enlace entre la
tradición profética del Antiguo y del Nuevo Testamento, pues su modo de vivir y
predicar refiere a los grandes profetas del pasado, pero el contenido de su
mensaje refiere a la Buena nueva del Reino anunciada por Jesús; es el ultimo
profeta del Antiguo Testamento que anuncia la conversión, y es el primer
profeta del Nuevo Testamento, al que entre todos los profetas le fue concedido
señalar al Hijo de Dios.
En
esta línea del profetismo tenemos que identificar la relación que existen entre
Jesús y Juan el Bautista. Las líneas que escuchamos en el evangelio son el
comienzo del libro, ya desde el encabezado Marcos nos recuerda la finalidad de
su evangelio: ayudarnos a reconocer a Jesús como Hijo de Dios; el libro se abre
con un hermoso pórtico, citando las palabras del profeta Isaías. Este profeta
resuena mucho durante el tiempo de adviento, fue él quien anunció la llegada
del Mesías como príncipe de la paz, del retoño de la familia de David que sería
el Rey Mesías que salvaría a su pueblo Israel; para quienes asisten a misa de
manera cotidiana, o al menos tienen la costumbre de leer las lecturas del día
les serán familiares todos estos oráculos que escuchamos durante el adviento.
Inmediatamente
después de esta cita de Isaías Marcos presenta a Juan el Bautista, y es curioso
como enlaza estos dos fragmentos, con la expresión “en cumplimiento de esto”;
con ello Marcos confirma lo que hemos dicho, Juan es profeta como Isaías, es el
cumplimiento de los oráculos de Isaías, es el mensajero que Dios ha enviado
para preparar el camino del Mesías Hijo de Dios.
2. «Predicando un
bautismo de conversión, para el perdón de los pecados»
¿En
qué consiste esa preparación que debía realizar Juan? Marcos lo explicita con
dos verbos: predicar y bautizar. Juan predica a la manera de los antiguas
profetas; a veces corremos el riesgo de pensar que todos ellos: Amós, Oseas,
Joel, Jeremías, y los demás, son personajes misteriosos y un tanto siniestros,
que anunciaban desgracias y vivían una especie de misticismo mágico, como si
fueran un tipo de brujos; incluso ahora, cuando oímos la palabra profecía, de
inmediato pensamos en cataclismos, en el futuro trágico, en el final del mundo,
en castigo; sin embargo, una lectura atenta del mensaje de todos ellos nos hace
darnos cuenta que en realidad es un mensaje muy humano y hasta cierto punto de
ternura; para muestra baste el texto que escuchamos en la primera lectura
(Isaías 40, 1-5,9-11): «Consuelen, consuelen a mi pueblo, hablen al corazón de
Jerusalén, díganle que terminó su servidumbre, que sus pecados han sido
perdonados».
En
realidad los profetas son personas amantes de su pueblo, hombres y mujeres que
saben mirar con atención los acontecimientos de su tiempo e interpretarlos a la
luz de la voz del Espíritu, para poder anticiparse a los hechos y advertir a
sus hermanos. Amós, por ejemplo, supo interpretar el descontento social de su
época causado por la opresión y la desigualdad, anunciando que de no cambiar
dichos sistemas acarearía la descomposición del pueblo sucumbiendo ante el
poder extranjero; el amor del profeta lo lleva advertir, no a amenazar, no
lanza maldiciones sobre ellos sino los invita a la conversión, siempre el
mensaje profético culminara con esperanza: aun hay tiempo para arrepentirse y
cambiar.
La
predicación del Bautista va en este sentido, por ello pide la conversión y
bautiza como gesto externo de la misma; es muy consiente de que esa es su
labor, sabe que no puede ir más allá, a él solo le corresponde ayudar a
preparar el corazón de sus interlocutores para recibir al mesías, es solo la puerta
de entrada para pasar de lo antiguo a lo nuevo; el mismo gesto del bautismo es
signo de este paso, recuerda al paso del pueblo por el mar rojo, su entrada en
las aguas para salir de Egipto e ir al encuentro del Señor, entraron esclavos
(aun así los consideraban los egipcios por ello los perseguían) y salieron
libres para continuar su camino.
En
la vida tenemos mucho de que convertirnos: actitudes, costumbres, pensamientos,
relaciones, situaciones que nos esclavizan y nos quitan la gracia, que nos
deshumanizan, muchas situaciones de pecado; ¿de cuál de ellas quisieras
liberarte? ¿cuál de ellas te impide comenzar a preparar tu corazón para ser
mejor?¿que gesto bautismal (de liberación) necesitas realizar para dar el gran
paso de pasar de la esclavitud a la libertad? Puede que este adviento necesites
un gesto que te ayude a vivir una navidad diferente: si vives esclavo del
duelo, quizá sea tiempo de buscar ayuda profesional; si eres esclavo de la
culpa, quizá sea momento de una buena confesión que te haga sentir paz; si
vives esclavo de la monotonía familiar quizá sea momento de una tarde de convivencia
para romper esa dinámica; si vives esclavo del rencor quizá sea momento de
buscar a esa persona, tomarse un café y perdonarse. Recuerda que siempre habrá
una oportunidad mientras halla vida, que aun puedes cambiarlo.
3. «Preparen el camino
del Señor, hagan rectos sus senderos»
Juan
sabe que el solo es la puerta, y que frente a él hay un camino, que sus oyentes
pasan por él, pero ¿quien los llevará por el camino?; Juan no conoce a ese
hombre, sabe que será también un profeta, aun mayor que él, porque ni siquiera
será capaz de desatarle las sandalias, es mayor, porque lo que Juan hace es un
paso, es efímero, lo que el profeta que vendrá después hará es permanente, es
luminoso como el fuego.
Hay
un gesto en la liturgia bautismal cristiana que me gusta mucho y que es muy
ilustrativo: después de derramar el agua sobre el bautizado, el sacerdote unge
con el Crisma el mismo lugar donde ha caído el agua; la primera ha servido para
purificar, el segundo servirá para marcar y perfumar; si viertes un poco de
agua sobre una roca esta se evaporará, pero si derramas aceite este se
impregnará de tal forma que permanecerá. El mensaje de Juan se perdió con su
muerte, el mensaje de Jesús permanece para siempre.
La
invitación de Juan es simple: hay que ponernos a la entrada del camino,
disponerlo todo para el viaje, no nos podemos quedar solamente con un gesto
externo, es necesario preparar el camino para andarlo, disponer el corazón,
vaciarlo de lo superfluo para que pueda llenarse de la Buena Nueva. Son dos
pasos importantes: Juan nos invita a tener preparada la fogata, para que cuando
llegue Jesús él la encienda.
Pero
no hay que quedarnos solo en preparar la fogata, es necesario esperar que esta
se encenderá; no podemos quedarnos eternamente en el arrepentimiento, es
necesario hacerlo algo practico , dar muestras de ello. Pero tampoco hay que
correr, hay que ser pacientes y preparar, pues mientras mejor lo hayamos hecho
mejores serán los resultados.
Preparar, esa es la invitación de este domingo, como preparamos los regalos y las celebraciones de esta temporada, es necesario preparar nuestro interior, pero no solo para vivir un momento un instante, una navidad más; es preparar el camino para andarlo con Jesús, pues si bien estamos invitados a preparar el viaje hasta el pesebre para adorar en él al Hijo de Dios, el viaje no termina ahí, ese solo es el comienzo, porque para reconocerlo auténticamente tendremos que caminar con Él hasta la cruz, y ese es un largo pero hermoso viaje. Preparar el camino del Señor, Preparar el camino para andarlo con Él.
El resto de la reflexión depende de ti. Bendecido Adviento.
Daniel de la Divina Misericordia C.P.
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