Al hacer un recorrido por el camino de la Cruz o por el también llamado Viacrucis, nos encontramos con la quinta estación: "El Cirineo ayuda a Jesús a cargar la Cruz". Esta estación esta atestiguada en los tres evangelios sinópticos; San Mateo 27, 32 nos dice: "Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y le obligaron a llevar su cruz.
San Lucas narrará: "Cuando lo llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús" (Lc 23, 26). San Marcos nos da un poco más de datos sobre este hombre que ayudó a Jesús: "Simón de Cirene, el padre de Alejandro y Rufo, que volvía del campo y pasaba por allí, fue obligado a cargar con su cruz. (Mc 15, 21).
De acuerdo con lo que nos dicen los evangelios, Simón de Cirene fue obligado para que ayudara a llevar la cruz. Los soldados, que eran quienes conducían a Jesús hacía el Calvario, quizá presintieron que si Jesús continuaba solo con la cruz, después de haber recibido la flagelación, todo el agotamiento que llevaba, no llegaría vivo al lugar de la crucifixión. Y cómo perder la oportunidad y no complacer a la turba de que viera morir en la cruz al hombre que había "sublevado" al pueblo desde Galilea hasta Jerusalén. Por lo que recurren a Simón de Cirene, no por compasión hacia Jesús, sino para verlo morir en la cruz.
Simón de Cirene, es difícil saber lo que experimentó al momento de ser obligado a cargar la cruz. Quizá como muchos de los que se acercaban a ver ese espectáculo atroz, sintió lástima y compasión por el pobre hombre que llevaban a crucificar. Tal vez sintió coraje al verse obligado a ayudar a ese hombre, al que no conocía, o con el que nada tenía que ver. Una vez llegado al Calvario, el Cirineo se retira, ¿cuál sería la expresión o los sentimientos que a partir de ese acontecimiento surgirían en él? ¿Qué pasaría por la cabeza y el corazón de Simón de Cirene? Lo que quizá comenzó como enojo le fue cambiando la vida. Experimento el respirar cansado y agotado de aquel pobre hombre. Y ese pobre hombre, que es el Hombre-Dios pudo sentir todo lo que pasaba en el Cirineo.
Simón de Cirene se solidarizó en el sacrificio de Cristo por la humanidad, en un primer momento sin saberlo, pero después lo meditó, y se dio cuenta. Dios se ha acercado tanto al hombre hasta su dolor, para que el hombre se acercara a Dios y caminarán juntos, cargando hombro con hombro el peso de la cruz. Gracias a la ayuda del Cirineo Cristo pudo llegar al Calvario y cumplir su misión.
Ante esta estación de nuestro tradicional Viacrucis, podemos aprender dos enseñanzas maravillosas de parte del Señor.
En la primera, Dios, ha querido que el hombre sea participe de su obra de redención. Ya al escoger a María, la asocia a él en el plan de la salvación, pues por medio de ella vendrá el Salvador. Y ahora ya en el acto de la redención, un hombre de Cirene, ayuda a Cristo a llegar hasta el momento culminante de su vida. Dios, aunque es el protagonista de toda la historia humana, no quiere dejar de lado al ser humano, sino que lo asocia para que trabaje con él.
En la segunda enseñanza, podemos aplicar el mandamiento del amor dado por Jesús unas horas antes de su pasión: "ámense los unos a los otros, como yo los he amado" (Jn 13, 34) El amor consiste en la caridad, en la ayuda, en tomar los sentimientos del otro para comprenderlo y poder ayudarlo. El Cirineo ayuda a Jesús con la cruz, para que pueda llegar a su destino. El cristiano, el que reza el Viacrucis y se topa con esta estación, descubre que el mandamiento del Señor es la ayuda al otro, al que más lo necesita.
Poner nuestro hombro para ayudar al otro con su carga, es lo más grande que el cristiano puede hacer. Estamos llamados a hacer el bien, a ayudar a aquel que ya no puede, no siempre sabremos por qué ya no puede, solo debemos ayudar. El Cirineo quizá ignoraba el motivo por el que condenaban a Jesús, pero si no lo hubiera ayudado, quizá Jesús no hubiese llegado al Calvario.
Si Simón de Cirene no hubiese ayudado a Jesús, nos hubiéramos quedado sin la quinta estación del Viacrucis, sin el Cristo en la Cruz, y nos hubiéramos quedado sin el maravilloso ejemplo de poner nuestro hombro para llevar la carga del hermano que ya no puede.
Dios ha asociado a María, al Cirineo y a tantos otros a su obra de salvación. Nos asocia también a nosotros, en la ayuda que podemos brindar a los más necesitados, a los que más sufren, en los que Cristo se hace presente.
Nuestro tiempo de Cuaresma, nuestro rezo del Viacrucis nos debe llevar a contemplar estos valores cristianos. Hoy de manera especial en nuestra quinta estación del Viacrucis: El Cirineo (todos los cristianos) ayuda a Jesús (todos los que ya no pueden) a cargar la cruz.
Fr. Guillermo Alonso OFM.
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