XI DOMINGO ORDINARIO
Cercanía, cuidado y compromiso: valores y actitudes humanas que traslucen el
reino de Dios
Aclamación antes del
evangelio Jn 12, 31-32
R. Aleluya,
aleluya.
La semilla es la palabra de Dios y el
sembrador es Cristo; todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre.
R. Aleluya, aleluya.
Evangelio
El hombre siembra su
campo, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece
Del santo Evangelio según san Marcos
3, 20-35
En
aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “El Reino de Dios se parece a lo que
sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y
los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por
sí sola, va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y
después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el
hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha”.
Les dijo
también: “¿Con qué compararemos el Reino de Dios? ¿Con qué parábola lo podremos
representar? Es como una semilla de mostaza que, cuando se siembra, es la más
pequeña de las semillas; pero una vez sembrada, crece y se convierte en el
mayor de los arbustos y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden anidar a
su sombra”.
Y con otras
muchas parábolas semejantes les estuvo exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo
que ellos podían entender. Y no les hablaba sino en parábolas; pero a sus
discípulos les explicaba todo en privado.
Palabra del Señor.
Reflexión:
Cercanía, cuidado y compromiso: valores
y actitudes humanas que traslucen el reino de Dios
En muchas ocasiones los evangelios nos
narran que Jesús habla sobre el reino de Dios. Y no puede ser de otra forma,
puesto que la proclamación de ese reino era su misión central. En función de ello
se desdobla toda su vida, incluida el término de está en una muerte en cruz.
Aun con todo esto, los evangelistas no nos dan ningún testimonio en el que
Jesús nos digan explícitamente qué es el reino de Dios. Nos habla de él, pero
no nos da una “definición” de ese reino. Lo que sí hace es mostrarnos qué es
con hechos y nos narra lo que significa en parábolas. Es ahí donde el evangelio
de este dominical se encuentra inserto.
La primera narración que ejemplifica
qué es el reino de Dios es la de la semilla sembrada. Con ella, Jesús nos dice
que, si bien es cierto que la semilla es quien germina sin que el hombre se dé
cuenta de todo ese proceso, no lo hace sin ayuda del mismo hombre. En efecto,
es el hombre quien siembra la semilla para que ésta haga el proceso que a ella
misma le corresponde: «germina y crece… va produciendo el fruto: primero
los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas». Es entonces
donde el hombre vuelve a tener lugar en la narración, pues a él le toca
cosechar.
Dicho en otras palabras, el hombre juega un papel importante
en el anuncio e instauración (siembra) del reino de Dios (la semilla), pero éste
es el que germina sin que el mismo hombre se dé cuenta. Esto no significa una
desvinculación entre sembrador y semilla, sino una mayor relación de cercanía,
cuidado y compromiso. Porque, aunque es verdad que el hombre no hace germinar a
la semilla en sentido estricto, su es el que ocasiona todas las condiciones necesarias
para que eso suceda. En efecto, solo cuidamos lo que amamos, y amamos lo que
cuidamos.
Gracias a todos los cuidados humanos es como la semilla más
pequeña «crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan
grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra». La segunda parábola de
este domingo nos habla de los excelentes resultados de la buena siembra y
cuidado de la semilla. Y si bien es cierto que el hombre es quien primero actúa
al sembrar la semilla, también es cierto que es el primero quien se ve
recompensado por la sombra de la segunda cuando esta ha crecido. Nuevamente se
vislumbra una relación estrecha entre sembrador y semilla, entre hombre y reino
de Dios.
Ahora nos toca a nosotros preguntarnos su ya hemos sembrado
nuestra semilla o si aun la mantenemos guardada o hasta perdida. La siembra y
cuidado del reino de Dios no tiene que ver directamente con acciones vistosas,
sino con la siembra desde la cotidianidad de la vida, del trato cordial y de
asumir los compromisos cristianos y sociales que nos corresponde asumir. Por
eso el reino de Dios asume la cercanía, cuidado y compromiso como valores
y actitudes humanas que traslucen el reino de Dios.
Te invito a ver el siguiente video para
profundizar la reflexión aquí escrita.
Fraternalmente
Iván Ruiz Armenta
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