14 septiembre 2020

“Y a ti niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar su camino” Lc. 1,76


Los tiempos que estamos viviendo nos invitan de una manera urgente a ser profetas. Desde el bautismo, nosotros fuimos constituidos profetas capaces de anunciar buenas noticias a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.


No podemos permitir que se nos arrebate tan admirable misión de ser los portavoces de Dios. Se necesitan profetas valientes que no se dejen paralizar por los miedos, sobre todo frente a la situación de pandemia que estamos viviendo; es el momento oportuno para dar esperanza a tantos hermanos y hermanas nuestros que viven ya sin esperanza.


Nuestras acciones deben ser encaminadas en todo momento a mostrar el rostro misericordioso de un Padre que no abandona a su pueblo, aun cuando los días sean grises y oscuros. Muchos hermanos que sufren necesitan de nosotros, de los que nos decimos seguidores de Jesús, necesitan no sólo de nuestra ayuda material, sino necesitan que les ayudemos a vencer sus propios miedos, a ser liberados de aquello que los oprime y aleja de la salvación


En estos días en que como mexicanos recordamos los inicios de las gestas independentistas, el llamado a generar espacios y situaciones de libertad  es más grande. El compromiso debe asumirse desde el contexto en que vivimos. Nuestra patria nos necesita, nuestro pueblo reclama mujeres y hombres valientes que vayan por delante allanando los caminos pedregosos de la injusticia y la cultura de muerte.


 «La Iglesia necesita que todos seamos profetas», es decir, «hombres de esperanza», siempre «directos» y nunca «débiles», capaces de decir al pueblo «palabras fuertes cuando hay que decirlas» y de llorar juntos si es necesario (Papa Francisco).


Para reflexionar nuestra fe:

¿Cómo asumo mi compromiso profético en estos tiempos de pandemia?

¿Qué situaciones "pedregosas" necesito allanar para que los demás puedan ser libres?

Compromiso:

Generar esperanza en aquellos que sufren situaciones desalentadoras.


¡Paz y Bien!
Fraternalmente
Federico Cedillo Cruz ofm


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