Los tiempos que estamos viviendo
nos invitan de una manera urgente a ser profetas. Desde el bautismo, nosotros
fuimos constituidos profetas capaces de anunciar buenas noticias a los hombres
y mujeres de nuestro tiempo.
No podemos permitir que se nos
arrebate tan admirable misión de ser los portavoces de Dios. Se necesitan
profetas valientes que no se dejen paralizar por los miedos, sobre todo frente
a la situación de pandemia que estamos viviendo; es el momento oportuno para
dar esperanza a tantos hermanos y hermanas nuestros que viven ya sin esperanza.
Nuestras acciones deben ser
encaminadas en todo momento a mostrar el rostro misericordioso de un Padre que
no abandona a su pueblo, aun cuando los días sean grises y oscuros. Muchos
hermanos que sufren necesitan de nosotros, de los que nos decimos seguidores de
Jesús, necesitan no sólo de nuestra ayuda material, sino necesitan que les
ayudemos a vencer sus propios miedos, a ser liberados de aquello que los oprime
y aleja de la salvación
En estos días en que como
mexicanos recordamos los inicios de las gestas independentistas, el llamado a generar
espacios y situaciones de libertad es
más grande. El compromiso debe asumirse desde el contexto en que vivimos. Nuestra
patria nos necesita, nuestro pueblo reclama mujeres y hombres valientes que
vayan por delante allanando los caminos pedregosos de la injusticia y la
cultura de muerte.
«La
Iglesia necesita que todos seamos profetas», es decir, «hombres de esperanza», siempre «directos» y nunca «débiles», capaces de decir al pueblo «palabras fuertes cuando hay que decirlas» y de llorar juntos si es necesario (Papa Francisco).
Para reflexionar nuestra fe:
¿Cómo asumo mi compromiso profético en estos tiempos de pandemia?
¿Qué situaciones "pedregosas" necesito allanar para que los demás puedan ser libres?
Compromiso:
Generar esperanza en aquellos que sufren situaciones desalentadoras.
Fraternalmente
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