SOLEMNIDAD DEL
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Hoy celebramos
la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, una fiesta muy querida por el
pueblo cristiano. Una fiesta que nos lleva o debe de llevar a reflexionar en la
inmensidad del amor de Dios. Debemos de pasar de la devoción a la acción transformadora
del amor de Dios.
Sabemos bien
que dentro de la Trinidad Santísima esta el amor. Un amor que une, que crea, un
amor que sale de sí mismo y se dona, se da. Dios en su amor sale de sí y crea,
hace el cosmos, el universo todo. El Dios infinito ha creado este gran
universo, con todas sus cualidades, belleza, armonía, unidad, grandeza, entre
muchas otras. Pero Dios da más, su amor lo lleva a más: crea al hombre, ese ser
que es capaz de corresponderle en amor, en donación, en entrega. El amor lo lleva
a crear al hombre. Y Dios vio que todo,
todo era bueno, Dios se recreo al ver que el hombre es el resultado de su gran
amor.
Cuando el
hombre, por el mal que existe en el hombre, se pierde, se olvida de donde y por
quien fue creado, cuando el hombre toma un rumbo equivocado, Dios vuelve a
aparecer por amor. Dios se hizo cercano al hombre por medio de Jesucristo,
Jesús es todo corazón, Jesús es todo amor. Jesús viene a recordarle al hombre
que es fruto del amor de Dios y que es así como debe de vivir. El infinito, el
Dios supremo se ha hecho finito, se ha hecho humano, para que el finito, el
humano recuerde que está llamado a lo infinito, a lo excelso, a lo divino, a lo
trascendente. En Jesús Dios se nos ha acercado y nos ha recordado cuanto nos ama. En Jesús Dios nos ha demostrado lo
que Él es capaz de hacer por el hombre. En Jesús el hombre recuerda su fin
último: Dios. En Jesús el hombre recuerda su vocación y misión, amar, amar
apasionadamente como Dios lo ha amado.
Junto a Jesús
el Padre eterno nos llama sus hijos y así nos trata. Con Jesús, nosotros los
creyentes le decimos a Dios Padre y así nos vivimos como sus hijos.
La solemnidad
del Sagrado Corazón de Jesús, es la fiesta del amor, el amor de un Padre por
sus hijos, y el amor de los hijos por su Padre. En Jesús, en todo lo que él es,
se manifiesta el amor de Dios por la humanidad, un amor que exige, que
reprende, que invita, que renueva, cambia y da vida. En esta solemnidad el
hombre está llamado a redescubrir en Jesús, no una devoción de viernes
primeros, sino el amor de un Padre que busca lo mejor para sus hijos. Solo así
nuestra jaculatoria tendrá sentido: Haced mi corazón semejante al tuyo. ¿Cómo
es el corazón de Jesús? Primeramente es un corazón que se deja amar y ama
también. Así, como ese corazón que se deja amar y que ama, así que sea nuestro
corazón.
Fray Alonso OFM
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