09 junio 2020

¿QUIÉN ES EL HOMBRE? Visión cristiana del hombre (2da parte)



La ocasión pasada, basado en el Génesis y el Salmo 8, concluía la reflexión con la siguiente descripción: el hombre es una creatura de Dios, hecho a imagen suya, poco inferior a un dios, y creado creador respecto así mismo, al cosmos y a Dios, capacitado de libertad autónoma, pero siempre solidario según su misión co-creadora.[1]


También aclaraba que faltaba por reflexionar ¿qué es el hombre? desde el NT. El cual tiene por centro a Jesús, el Cristo. En estos testimonios de fe, la pregunta ya no será ¿QUÉ es el hombre?, sino ¿QUIÉN es el hombre?


Primero hay que terminar de hacer el puente entre la reflexión del AT con la del NT. En los dos evangelios (Mateo 1, 18-25; Lc 1,26.28) que narran la Humanización de Dios bajo el rótulo de “la encarnación del Verbo” (cf. Jn 1,14), por ocupar la expresión joánica, cobra aún más sentido e importancia la relectura del versículo del Génesis antes reflexionado: Dijo Dios “hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra” (1, 26).


Si ya desde el AT se percibía una relación personal entre Dios y su pueblo, ahora, con la Humanización/encarnación de Dios en la historia, la “imagen y semejanza divina” de nuestra “hechura humana”, se convierte en la afirmación de la inmensa dignidad de cada persona humana.[2] En este sentido, el hombre “no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas”.[3]


Con este puente entre el AT y el NT, se puede retomar los dos puntos pendientes del camino planteado: reflexionar la afirmación neotestamentaria de que «Adán es figura del que había de venir [Jesús, el Cristo]» (cf. Rm 5, 14); y explicar por qué «El misterio del hombre no se aclara de verdad sino en el misterio del Verbo encarnado» (GS 22).


2) Adán es figura del que había de venir [Jesús, el Cristo] (cf. Rm 5, 14). Primero hay que tener en cuenta que el nombre “Adán” es, en realidad, , un nombre común que, en hebreo, significa simplemente “hombre”. La lectura del capítulo 4 del Génesis hizo que se transformara en nombre propio. Es así como, en nuestro pensar, siempre vinculamos el nombre “Adán” a un hombre concreto. Algo similar sucede con el nombre de “Eva”, que significa “madre de todos los vivientes” (cf. Gn 3,20).


Pues bien, en la carta a los Romanos hay una vinculación entre el “Adán-hombre-viejo” del Génesis, y el “Jesús-hombre-nuevo” de los evangelios. Si el mismo Génesis nos narra la primera desobediencia de Adán y Eva, ahora, la carta a los Romanos, nos da testimonio de la nueva situación de justicia y de vida de la humanidad nueva inaugurada por Jesús, el Cristo.[4]


La analogía entre Adán y Jesús, el Cristo, puede explicarse más si nos leemos la primera carta a los Corintios. El primer hombre (Adán) fue hecho "un ser viviente", mientras que Jesús, el modelo de Hombre, es "espíritu que da vida" (1 Cor 15, 45). El hombre vive solo inspirando; Dios, en cambio, vive espirando. Es decir, el Adán-hombre-viejo depende de Dios para vivir; el Adán-Jesús es el que da vida.


A esto hay que agregar otro dato: la Resurrección. A través de ésta, Jesús se convierte en la confirmación de lo buscado por todo ser humano: tener una vida plena. Jesús es el definitivo de Dios a todo lo que hay de promesa en el hombre. Es así como la reflexión  en torno a la pregunta por el hombre llegó hasta el Concilio Vaticano II. El cual lo expresaró de la siguiente manera:


Próximo canal del blog

3) El misterio del hombre no se aclara de verdad sino en el misterio del Verbo encarnado (GS 22). Para nosotros los cristianos el único modelo a seguir debe ser Jesús, el Cristo. Por tanto, debemos buscar ser como él. En este sentido, la “humanidad” de Jesús es «la pauta para hablar de nosotros mismos. Tal vez, él es la revelación divina de lo que significa propiamente “humanidad”, y ahí es donde se revela qué significa la divinidad».[5]


Por eso podemos afirmar que Jesús, el Cristo, es el “modelo de humanidad”. La guía de todo hombre para ser hombre. El “molde” para saber quién es/deber-ser el Hombre.


Responder, así, a la pregunta ¿quién es el hombre? debe hacerse desde Jesús, el Cristo. Al hacer esto, se vuelve una pregunta “en concreto”, porque se pregunta por el molde de toda la humanidad en un solo Hombre, Jesús. A diferencia de la pregunta anterior ¿qué es el hombre? donde la respuesta es desde la generalidad y abstracción.  


En este sentido se puede afirmar que el hombre es un ser personal que está en toda la posibilidad de reflejar la “imagen y semejanza” de Jesús, el Cristo, prototipo de Hombre, en el contexto de la “nueva creación”, inaugurada por el mismo Resucitado.


Esta definición de hombre trae consigo otra afirmación, que se vuelve proyecto de humanidad: nosotros, actualmente, no somos ni el Adán-Viejo, ni somos aun el Adán-Nuevo; estamos situados en el momento de la posibilidad de lo Imposible, el momento del cambio de imagen. Esto es, renovarnos según la humanidad de Jesús.


Sin embargo, no se trata sin más de “desechar” al Adán-primero, ya que su imagen perdura y se realiza precisamente en este cambio, porque él también es imagen de Dios. Y ya que «Cristo es consumación, verificación, presencia de algo nuevo que estaba sólo preanunciado en el Adán primero», nosotros debemos provocar ese “cambio de imagen”, para hacernos como Cristo (cristianos).


En conclusión, y uniendo ambas respuestas de las preguntas guía, se puede afirmar que el hombre es una creatura de Dios, hecho a imagen suya, creado creador, dotado con una dignidad total y capacitado con libertad autónoma, para transformarse en imagen plena del Adán Nuevo, Jesús, el Cristo.


Jesús nos ha enseñado una nueva forma de humanidad. Nuevos hombres y mujeres creyentes deben surgir de su ejemplo en favor de todo el género humano. Deben expresar tal humanidad que reflejen la divinidad de Dios, porque «así de humano solo puede serlo el mismo Dios».[6]


Fraternalmente
Iván Ruiz Armenta


No olvides suscribirte a este blog y visitarnos en YoutubeFacebook y Spotify


Recuerda suscribirte a nuestro canal de YouTube, 





Bibliografía base. J. I. González Faus, La Humanidad Nueva. Ensayo de Cristología, Sal Terrae, Maliaño 201610, 269-279.

[1] I. Ruiz Armenta, «¿Qué es el hombre? Visión cristiana del Hombre (1ra parte)», disponible aquí

[2] Encíclica Laudato si’, n. 65.

[3] Catecismo de la Iglesia Católica, n. 357.

[4] S. Vidal, Pablo. De Tarso a Roma, Sal Terrae, Santander, 20082, 200.

[5] Edward Schillebeckx, Jesús La historia de un viviente, Trotta, Madrid 2002, 566-567. 

[6] L. Boff, Jesucristo Liberador, Sal Terrae, Santander 1980, 189.

1 comentario:

  1. Buenísima reflexión, realmente me has puesto a reflexionar y buscar ese sentido del por qué estamos aquí.

    ResponderEliminar