Continuando con el caminar del tiempo ordinario, el día de hoy la
liturgia nos invita a meditar en el don de la elección; la semana pasada, por
medio del relato de la vocación de Mateo, descubríamos como la confianza en la
misericordia de Dios, que nos perdona gratuitamente, nos abre el camino de la
salvación, hoy aprenderemos como dicha experiencia debe ser compartida con los
demás. Dejemos, pues, que la Palabra de vida entre en nuestro corazón para
encenderlo de amor al Reino de Dios.
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1. Elegidos por compasión
«Al ver Jesús a las multitudes se compadecía de ellas» Mateo 9,36
La experiencia del éxodo para el pueblo de Israel es la experiencia
de la presencia de Dios en medio de ellos, la experiencia de Dios que se hace
presente y cercano cuando escucha compadecido el clamor de sus hijos que sufren
bajo la opresión del mal que los esclaviza; el éxodo remitirá por ello
constantemente a la experiencia de liberación, pero es una experiencia que
hunde sus raíces en una certeza más profunda, la de ser el pueblo elegido por
Dios como especial propiedad entre todos los pueblos por el profundo amor que
siente por él; así como un día Dios había hecho alianza con Abraham eligiéndolo
para ser el padre de una multitud, Dios hace una alianza con su pueblo para
pertenecerse mutuamente.
La misma compasión es la que experimenta Jesús cuando ve a aquella
multitud que le sigue, compasión que experimenta cuando contempla la falta de atención e
instrucción, el abandono y el descuido en que se encuentran por parte de
aquellos que han Sido puestos para protegerlos, cómo el pastor a las ovejas.
Ellos pertenecen al pueblo escogido, pero Jesús los escoge de nuevo para formar
parte de su familia y tomarlos a su cargo, y esto lo hace de forma gratuita, no
esperando nada, simplemente movido por compasión.
2. Elegidos para una misión
«Ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación
consagrada» Éxodo 19,6
La elección lleva una misión concreta, la de ser testigos del amor
compasivo del Señor; Israel es un pueblo Sacerdotal en medio de los pueblos de
la tierra, no solo para ofrecer sacrificios y plegarias de alabanza a Dios,
sino ante todo para hacer brillar la justicia, la libertad, la paz y la
misericordia que ha recibido de Dios ante todo el mundo; a Mateo, Jesús lo
escogió como escuchábamos el domingo pasado, para que aquellos que se sintieran
de condición pecadora confiaran en el perdón misericordioso de Dios al ver la
compasión con que había sido tratado. Por ello, el relato que hoy escuchamos
hace hincapié en que los doce reciben el mismo poder y autoridad de Jesús, con
la finalidad de que compartan también la misión del Señor: liberar a los
oprimidos, sanar a los enfermos, mostrar la gracia y el perdón, anunciar el
Evangelio a los pobres.
Nosotros formamos parte del pueblo Sacerdotal de la Iglesia, y con
ello sabemos que nuestra función es la de ser testigos de la compasión de Dios;
junto a los nombres de los doce, hoy deberíamos leer escrito nuestro nombre
propio, por qué efectivamente Dios nos ha llamado a compartir su misión.
3. Elegidos gratuitamente
«Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues,
gratuitamente” Mateo 10,8
Mateo vuelve a insistir en la gratitud. Dios no quiere sacrificios,
sino misericordia, así nos enseñaba la Palabra la semana pasada, de la misma
manera nosotros no tenemos derecho alguno de exigir a nuestros hermanos algo a
cambio de compartir con ellos el don de Dios. Israel se sabía elegido para la
misión de ser testimonio del amor que Dios siente por todos los pueblos, y de
su anhelo de hacer de ellos una solo familia; sin embargo, al pasar los años
aquella misión se olvidó, y se asumió que la elección era una predilección, y
que lejos de hacerlos servidores los ponía por encima de todos los pueblos,
separándose así cada vez más de ellos.
Este es un riesgo para todos nosotros, creer que nuestra misión nos
da ciertos privilegios o nos hace mejores que los demás. Qué tiste es ver a
católicos que desprecian a otros cristianos por “ser separados” de nuestra
Iglesia; más triste es ver a católicos que al interior de la Iglesia exigen
respeto y reconocimiento por formar parte de un grupo o asociación, por ser
consagrados, o por tener una responsabilidad. Hoy la Palabra nos invita a no
olvidar que nuestra elección se da en la compasión, ahí está la clave para no
olvidar que debemos servir de forma gratuita, sin esperar nada a cambio y, por
el contrario, entregarlo todo.
4. Elegidos en una situación
que apremia
«Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los
cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen
fuera a los demonios.» Mateo 10,8
Hoy, como en el tiempo de Jesús, la situación social es muy difícil.
Escuchamos por todos lados como la corrupción se apodera de las instituciones
sociales, cómo las ideologías se apoderan de las conciencias, cómo se reduce a
la persona a un objeto de consumo y como todo esto nos lleva a una situación de
violencia que destruye vidas y separa familias.
En este domingo, los obispos mexicanos nos invitan a orar por las víctimas
de la violencia y los desaparecidos a causa de esta en nuestro país. Como
cristianos debemos sentirnos movidos a compasión por la multitud de hermanos
que peregrinan día a día buscando a sus familiares, pidiendo respuestas,
exigiendo justicia, luchando para que no se sigan multiplicando estos hechos.
Pero esta compasión debiera ponernos en marcha, así como los doce, a anunciar
el Evangelio, debiéramos nosotros de forma solidaria salir y caminar con ellos
y comprometernos a exorcizar de nuestras vidas y de nuestra tierra todos
aquellos demonios que nos aquejan y que convierten la nación que Dios nos dio
como hogar en un clamor de sufrimiento donde la injusticia ahoga los clamores
de paz.
Pidamos en este día que nuestra compasión nos impida ser cómplices
silenciosos del mal.
El resto de la reflexión depende de ti.
Bendecida semana.
Daniel de la Divina Misericordia C.P.
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