06 enero 2024

La estrella que nos guía al Salvador || Por: Iván Ruiz Armenta || Solemnidad de la Epifanía del Señor

 

La estrella que nos guía al Salvador:
Solemnidad de la Epifanía del Señor

Dos “curiosidades” quiero compartir con ustedes el día de hoy: una frase que escuche mientras iba de camino al “super”, y un gesto totalmente fraterno cuando iba de regreso a mi casa.

Una de esas veces que uno va caminando y de pronto escucha algo que llama mucho la propia atención me aconteció el día de hoy. Como dije, iba de camino a hacer la despensa, escuché a una persona decir “si no sabes a dónde vas, te puedes perder en el camino”. Casi inmediatamente pensé: ¡Claro! ¿Cómo puedes llegar a algún lado si ni siquiera sabes a dónde vas? Si supiera a dónde voy, aunque no sepa cómo llegar, preguntaría, y eso podría solucionar mi problema. Pero si no se ha donde tengo o quiero ir, es imposible llegar a ningún lado. Se quedó hasta ahí mi pensamiento, pero lo que pasó después lo hizo más interesante.

Cuando venía de regreso a casa, me encontré a una hermana Clarisa, Cruz, que, fuera de su Monasterio Corpus Christi, vendía, entre otras cosas, Roscas de reyes. Después de saludarnos y desearnos la Paz y el Bien me obsequió una de sus deliciosas Roscas. Mientras caminaba a casa pensaba: ¡Que bueno es Dios! Él sigue poniendo personas buenas en mi camino ¡hasta rosca me tocó! No cabe duda de que el carisma franciscano no conoce barrera alguna, ni divisiones entre los que tienen y no tienen hábito. Mi reflexión vendría a verse cristalizada cuando, llegado a casa, junté ambos acontecimientos con la solemnidad del día de hoy, la Epifanía del Señor.

Ya en calma en casa y sacando la despensa conjugué la frase y el regalo de la Rosca con la Epifanía del Señor.  Pensé que es cierto que todos los hombres deberíamos tener esa estrella que nos guie a ese Niño, que, además de ser verdadero hombre y verdadero Dios, es el cumplimiento de todas las promesas de Dios a su Pueblo. A final de cuentas, ese es el sentido de la visita de los Magos de Oriente a Jesús recién nacido. Una promesa que no se limitó al Pueblo de Israel, sino que se extendió a todo el Pueblo de la humanidad.

Después pensé que ese pequeño Niño tiene que ser para mí la promesa cumplida de Dios en mi vida. Pensé de manera inmediata en la “estrella” o “estrellas” que ha(n) guiado mi camino hacia ese Dios hecho niño hasta el día de hoy. Concluí que para que la luz de mi “estrella-guía” no desaparezca o la confunda, tengo que saber exactamente a dónde quiero llegar, sin importar si sé o no el camino a seguir paso a paso. Los Magos de Oriente no sabían a dónde tenían que llegar, sin embargo, confiaron en la luz de esa estrella. Mientras yo sepa que quiero llegar a adorar a ese Dios niño, la luz de esa estrella me llevará a cumplir las promesas de ese Dios en mi vida, lo cual significa mi realización, felicidad y plenitud humana, profesional y familiar (incluidos todos los que son importantes para mí).

Doy gracias a Dios porque nunca deja de hablarme ni me suelta de su mano. Estoy seguro de que seguirá poniendo personas buenas en mi vida que me sabrán guiar hasta a él. Le doy gracias a esa persona que pronunció esa frase, y a sor Cruz -y sor Maribel que salió al final- que me regaló la rosca. El día de hoy fueron la estrella que me llevaron a encontrarme con Dios y escribir esta reflexión.

La solemnidad de la Epifanía nos recuerda que por obscura que parezca la noche, siempre habrá una estrella que nos sabrá guiar a Jesús, imagen de Dios invisible (Col 10,15). Ahora te invito a reflexionar ¿Cuál es esa estrella guía para ti? Yo logro descubrir a mis padres, seres amados, profesores, alumnos, proyectos de crecimiento profesional como una segunda maestría o el doctorado. Piensa en tus estrellas y cuéntanos sobre ellas. Recuerda que son una luz que guía e ilumina tu camino hacia la felicidad y plenitud humana.

¡Dios es siempre bueno!

Fraternalmente
Iván Ruiz Armenta

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