DOMINGO
XX DEL TIEMPO ORDINARIO
«¿Vas
a tenerme rencor porque yo soy bueno?» Mateo 20, 1 -16
La semana pasada meditábamos en el tema del perdón, perdonamos
porque nos sentimos perdonados; el perdón de Dios es generoso, abundante, pero
además es gratuito.
Hoy la Palabra de Dios nos quiere manifestar esa gratuidad de Dios,
no solo de su perdón sino también de todos sus dones en general: el Dios que ha
creado el mundo, que lo ha adornado con exuberancia, a su creatura culmen, el
hombre, de Dios su imagen y semejanza, y para salvarlo le entregó a su propio
Hijo, ese Dios no se deja ganar en generosidad y jis invita a la generosidad.
Dejemos, pues, que esta virtud sea sembrada en nuestro corazón meditando la
Palabra de vida.
1.
«Llama a los trabajadores y
págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los
primeros.»
La parábola que nos narra el Señor Jesús es muy particular, y
pareciera que nos presenta una grave injusticia, pues ¿Quién en su sano juicio
paga lo mismo a alguien que trabajó un día entero que a alguien que trabajó
solo una hora?
Nuestra cultura actual nos enseña que solo aquellos que se esfuerzan
lo suficiente son acreedores a acceder a una vida de beneficios, estabilidad y
plenitud, solo quien se esfuerza alcanza la felicidad. Así, vemos personas
obsesionadas por el trabajo, que olvidan vivir por permanecer atentos a sus negocios,
enajenados en su status, olvidándose de aquellos que viven a su alrededor.
En contraparte, tenemos también la opción del menor esfuerzo, es
decir, tener todo lo que quiera pero esforzándose lo mínimo. Esto acarrea el
robo, la corrupción, la violencia, el fraude, la estafa, muestras de un egoísmo
que pretende solo la satisfacción de las propias necesidades aun a costa del
sufrimiento de los otros.
Todo esto nos hace tomar postura desde nuestros planteamientos
puramente humanos, que muchas veces solo pretenden ver todo de forma
polarizada, o es negro o blanco, bueno o malo, se es trabajador o se es
negligente.
Sin embargo, Dios nos invita a vencer dichos planteamientos para
entrar en los suyos «Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, sus
caminos no son mis caminos»(Isaías: 55, 6-9). Dios nos invita a dejar de lado y
comenzar a discernir la variada colorimetría de la vida y la persona humana.
Por eso el relato se va fijando en diversos personajes, trabajadores
llamados a diversas horas del día, no solo se fija en los primeros y en los del
amanecer y el ocaso, nos habla de los de media mañana, medio día y media tarde,
porque la situación humana no es polar sino diversa. Al final del relato, los
del amanecer solo piensan en los de la tarde, no se acuerdan de los que fueron
llamados en diversos momentos.
Al momento de recibir el jornal, los del amanecer no piensan en la
justicia, eso no importa, piensan en ganar por encima de lo justo, eso lo
sabemos por su respuesta, nadie les prometió más de lo debido, estuvieron de
acuerdo en recibir un denario, en cambio, los demás trabajaron sin un acuerdo
previo, solo con la promesa de trabajar por un pago justo.
Aquí se puede ver claramente, los primeros trabajaron por interés,
por ganar algo seguro “un denario”, mientras que los segundos van a trabajar
por un pago justo, es decir, confían en la bondad de aquel que los ha
contratado.
Al narrar esta parábola, el maestro quiere cuestionarnos: ¿Qué te
motiva a trabajar por el Reino de Dios, tu interés o la justicia?
2.
«Yo quiero darle al que llegó
al último lo mismo que a ti. ¿Qué no puedo hacer con lo mío lo que yo quiero?»
Lo escandaloso de la parábola entonces toma otra posición, no es
Dios quien actúa desde el presupuesto de la injusticia, sino desde el presupuesto
de la bondad; no es el patrón quien es injusto, sino los trabajadores del
amanecer quienes pretenden hacer juicio valorativo de sus compañeros, algo a lo
que el mismo patrón ha renunciado, pretenden juzgar desde sus propias
intenciones los actos de los otros trabajadores: los del amanecer accedieron a
trabajar por un salario, porque creyeron merecer el trabajo que se les ofrecía,
los demás, en cambio, aceptaron trabajar solo por la bondad que el patrón les
manifestó; los primeros esperaron recibir más, porque solo valoraron su
esfuerzo, los demás aceptaron con gratitud el pago porque no esperaron nada;
los primeros terminaron aborreciendo al patrón, los demás quizá terminaron
amándolo.
Entonces tenemos que insistir, una vez más, Dios no actúa, según la
parábola, desde la injusticia, sino desde la bondad, y, por tanto, nosotros no
deberíamos esperar de Dios recibir desde las expectativas de la justicia (al
menos en términos humanos) sino desde la bondad de Dios que siempre supera
nuestras pobres expectativas.
Esta parábola se inserta aquí por un motivo claro, Jesús quiere
advertir a sus seguidores del peligro que representa, pretender sentirse más
que los demás por seguir y trabajar por Jesús y el Reino.
En la Iglesia, dolorosamente, aún encontramos cristianos que dicen
vivir la fe desde los presupuestos del esfuerzo, como si el Reino se
construyera en una carrera de trabajos, por quien hace más o de la mejor
manera, quien realiza más sacrificios y oraciones para ganarse el favor de
Dios, quien es más perfecto para que Dios deba sentirse más agradecido con
ellos; y más aún, señalan, juzgan, rechazan, reclaman a aquellos que pretenden
acercarse a Dios y terminan alejándolos de él.
Para Dios no existe la polarización, no hay buenos o malos,
simplemente hay hijos que se esfuerzan por ser lo mejor en sus vidas; el patrón
no juzga los motivos para que los demás trabajadores llegaran a la plaza más
tarde, quizá alguno tenía un familiar enfermo y eso lo retrasó, otro tal vez
visitó a sus padres y se entretuvo haciéndoles algún favor, otro quizá encontró
a algún forastero herido por el camino y se quedó a auxiliarlo… no hay
polarizaciones, simplemente matices de la vida en diversas situaciones.
3.
«De igual manera, los últimos
serán los primeros, y los primeros, los últimos.»
En días pasados encontré en redes sociales una foto de dos amigos
abrazados muy felices, uno de ellos sostenía su título profesional en la mano,
lo cual deja adivinar el contexto de la imagen. Lo que llamó más mi atención de
la publicación fue lo escrito al pie: “Los éxitos de mis amigos serán siempre
mis éxitos también”, una manera muy peculiar y bella de expresar una
felicitación.
Esto me hizo pensar, que la Palabra de Dios de este domingo es una
invitación a vivir en la gratitud, pero también en la alegría, sí, en la
alegría de saber que así como Dios es bueno con uno mismo, lo es con todos, y
que a aquellos que llegaron al último los pondrá al inicio de la fila, porque
ellos tienen más urgencia por experimentar la salvación del Reino, y porque la
bondad y misericordia de Dios es mucho más grande que nuestra justicia.
El resto de la reflexión depende de ti.
Bendecida
semana.
Daniel
de la Divina Misericordia C.P.
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