14 agosto 2021

LA ASUNCIÓN DE MARÍA. Consumación plena en Dios | Por: Pbro. Omar Alfredo Sáenz Aguirre

 


La Asunción de María es un dogma definido solemnemente por Pío XII el 01 de noviembre de 1950 en la constitución Munificentissimus Deus, conocido como uno de los privilegios marianos. ¿Cuál es la verdad que está detrás del dogma de la Asunción? La consumación de María en Dios. Para comprender esto, necesitamos partir del dogma fundamental: el núcleo es la Maternidad divina. De ahí a la protología «redención» y a la escatología «consumación». Así, el contenido del dogma es la consumación de María en Dios; «plenificación» en Dios. Así como “ella simboliza la recuperación del proyecto original (Inmaculada concepción) de Dios para el hombre” ꟷsegún Rahnerꟷ, así la Asunción simboliza la consumación.

 

Con el dogma de la Asunción, Pío XII proclamó una fe profesada en la Iglesia desde antiguo. En los tres primeros siglos no existe ninguna referencia al destino final de María. En siglos IV y V comienza a hablarse del destino de María: incorrupción de su cuerpo, y su muerte y resurrección inmediata. En el siglo VI en Oriente comienza a difundirse la celebración litúrgica de la Dormición de María. Del siglo VII al X, la iglesia greco-bizantina comienza a afirmar la asunción corporal de María después de su muerte y resurrección. Del siglo X en adelante, en la iglesia bizantina, griega y rusa, se determina una profunda convicción sobre la glorificación corporal de la Virgen después de su muerte. Sin embargo, hasta el siglo XVIII encontramos la primera petición a la Santa Sede para la definición del dogma de la asunción. Entrado el siglo XX el consenso católico era unánime en cuanto a la asunción de María. El 01 de mayo de 1946 Pío XII envió a todo el episcopado católico la encíclica Deiparae Virginis, en la que preguntaba a los obispos si la asunción de María podía ser definida como dogma y si deseaban junto con los fieles esta definición. De este modo, la definición dogmática proclama: Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial (DzH 3903).

 

El fundamento teológico de este dogma compete en primer lugar a la cristología, y en segundo lugar a la mariología. “En analogía con la Resurrección de Cristo, podemos deducir que María fue plenamente aceptada por Dios”, dice Schillebeeckx. Así como la vida y muerte del Hijo es plena junto con la Resurrección; lo mismo ocurre con María, que asunta al cielo por obra del Hijo, es resucitada y aceptada por el Padre en la vida eterna. Con respecto a la mariología, siendo la Madre Inmaculada de Dios, la llena de gracia no podía no haber sido coronada con el triunfo de la resurrección. Dicho en breve, la unión perfecta con su Hijo tiene como consecuencia su asunción (aquí la cristología se entrelaza con la mariología).

 


El sujeto de la asunción no es el cuerpo o el alma, sino la persona íntegra de María, entendida como Madre de Dios, virgen e Inmaculada. Los dogmas “Madre de Dios”, “Inmaculada” y la verdad de fe “Virgen perpetua” ꟷcimentados en la gracia de Diosꟷ fundamentan su asunción. Siendo la mujer llena de gracia: concibe al Hijo y por esto es Madre de Dios; cubierta por la gracia, es Virgen; redimida por la gracia, es Inmaculada. En consecuencia, siendo Madre Virgen Inmaculada, es asunta a la gloria del Padre, de nuevo por la gracia que la llenó, por los méritos de Cristo, y por su propia respuesta (su fiat) al proyecto salvífico de la Trinidad. No obstante, en la proclamación dogmática no se dice ni que María haya muerto ni que no haya muerto. La cuestión quedó abierta. El dogma se limitó a afirmar el hecho de la asunción, apoyándose en el testimonio común y universal de los fieles, sin indicar el modo como concluyó la vida terrena de María. María atrajo la contemplación de Dios por haber llevado a Jesús en su corazón (no solo en su seno), por eso fue glorificada con su Hijo. Por haber acogido la Palabra de Dios, María participa de la muerte y Resurrección de Cristo. Su asunción se vincula al misterio Pascual, glorificado el Hijo por el Padre, ella es asunta por la glorificación del Hijo.

 


Escatológicamente hablando, María se convierte en figura de lo que la Iglesia tiene que ser: la asunción anticipa en la persona individual de María el estado de la Iglesia entera, y de este modo, el estado de todos los cristianos, o sea, la resurrección que vence el pecado y la muerte. Por eso al principio dijimos que la Asunción es símbolo de la consumación. Dicho de otra manera, con su asunción en cuerpo-alma, o sea, personal, María inaugura para las personas humanas (después del Hijo que es persona divina) la victoria sobre la muerte: la Resurrección. Con todo, la Asunción afirma una certeza de fe: María está con la Trinidad.


Por: Pbro. Omar Alfredo Sáenz Aguirre


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