Según el número 8 de la Constitución Gaudium
et Spes, Cristo es la cabeza de la Iglesia, su cuerpo místico. El mismo
numeral de esta Constitución Pastoral nos recuerda que gracias al bautismo, los
creyentes nos configuramos con Cristo, y que, así, todos quedamos hechos
miembros de su cuerpo (Cf. 1 Cor 12, 27). Pero no se trata solamente de un “yo-con-Cristo”,
sino también de un “yo-con-un-tú-nosotros” (Rm 12, 5). Se trata, por tanto, de
una “doble unidad en una sola comunidad”. Pero no sólo eso, sino que también se
trata de una doble unidad en una sola comunidad en un “proceso continuo”, que
comienza en la vida terrena y se continúa en la incorporación a la Vida eterna,
culmen de la primera.
Todo esto tiene sentido
desde dos acontecimientos cristológicos que se presentan como un proceso
continuo, a saber, la resurrección de Jesús, el Verbo encarnado. Mediante la
encarnación, el Verbo de Dios se hizo semejante en todo a
nosotros, menos en el pecado (Hb 4, 15). Fue así como asumió nuestra
naturaleza humana para formar una comunidad única con nosotros en la que se hiciera
realidad el reinar de Dios.
Esta comunidad no sólo
fue querida por el Jesús histórico pre-pascual, sino también por el Jesús
resucitado pos-pascual. Prueba de ello son sus apariciones a sus discípulos. La
más importante y significativa a este respecto, según mi propio juicio, es la
presentada por Mateo, a saber, «No teman; avisen a mis hermanos que vayan
a Galilea, y allí me verán» (Mt 28, 8). Este texto, además de servir para
resaltar la figura de la mujer como la primera testigo y mensajera de la
resurrección, nos presenta a un Jesús resucitado que no se desentiende de su
primitiva comunidad, sino que la fortalece, según el cuarto evangelio, mediante
la efusión del Espíritu Santo y la “transmisión” filio-paterna de Dios (Jn 20
17-23), que los posibilita para su incorporación a la comunidad trinitaria. Todo
esto, lleva a subrayar que, aunque se suele hablar explícitamente del Cuerpo místico
«de» Cristo, se sabe que ese cuerpo es la comunidad eclesial guiada por
el Espíritu -co-fundador de ésta- hacia un encuentro con el Padre.
Pero aun falta algo más
por agregar, el “descenso al infierno” del Resucitado. A juicio de Joseph A.
Bracken, el descenso a los infiernos es la significación no solo de un Cristo
cabeza de su cuerpo místico, sino la condición necesaria para que Cristo
sumiera un papel cósmico: «Jesús, en su descenso al infierno, tuvo la tarea
adicional de experimentar de primera mano la finitud y la imperfección del
proceso cósmico como un todo para trascenderlo e incorporar el mundo creado a
su divinidad y a la vida de la Trinidad».[1] En este sentido, la
comunidad humana se ve extendida a la creación toda. En palabras del mismo Joseph
A. Bracken, «el cuerpo místico de Cristo representa una realidad socialmente
organizada trascendente que incluye no solo a todos los seres humanos si no a
todas las criaturas de este mundo».[2] Esto puede ser releído y
mejor comprendido dese la «recapitulación de todo en Cristo» paulina (Col 1,
10).
En resumen, los
acontecimientos cristológicos de la encarnación y resurrección son: 1) los
sustentos bíblicos para decir que la Iglesia, cuerpo místico de Cristo, es una
comunidad humana que se extiende a toda la creación, presentándonos a un Cristo
cósmico; 2) las bases bíblicas para sostener que la resurrección de esta
comunidad debe ser vista como un proceso continuado entre el aquí y el más allá,
entre el ahora y la plenitud de los tiempos, entre nuestra realidad terrena y
nuestra realidad de resucitados; y 3) el Resucitado es la cabeza de su cuerpo
místico y el Señor de la creación.
¡Paz y Bien!
Fraternalmente
Iván Ruiz Armenta
No olvides suscribirte a este blog o a nuestro grupo de WhatsApp y visitarnos en Youtube, Facebook y Spotify
Puedes ponerte en CONTACTO con nosotros AQUÍ 👆
[1][1] Joseph
A. Bracken, «Resurrección personal en el cuerpo místico de Cristo», en SelT
225 (2018) 37.
[2]
Ibid., 38.
No entiendo a que se refiere Cristo cósmico y que tiene que ver que haya descendido al infierno con lo cósmico.
ResponderEliminarEl Cristo cósmico hace referencia a que Cristo abraza TODA la creación. Así se entiende que descendiera al infierno (las profundidades o lo inferior de la tierra). Para ser salvador de TODA la creación (cósmico) había de bajar también a "las partes inferiores de la tierra".
Eliminar